domingo, 22 de abril de 2012

PERSONAS QUE MARCAN (II)

Iba siendo hora de seguir con esta serie de post que hace ya mucho tiempo comencé. Hoy le va a tocar el turno a mis profesores y maestros, o mejor dicho, a aquellos profesores que me marcaron por su buena labor y su buen hacer en la enseñanza. Aunque recuerdo a todos (o casi todos) los profesores y maestros que he tenido a lo largo de mi vida con cierto cariño, hay algunos que me marcaron mucho más. Empecemos cronológicamente.
En este caso se trata de una mujer, la Señorita Josefina. Fue maestra mía de inglés en el colegio hace ya mucho tiempo, demasiado, y a día de hoy no puedo tener más que palabras de agradecimiento hacia ella. Fue tutora de uno de mis hermanos y a raíz de ello comenzó una relación con mi familia que sobrepasaba lo profesional. Decir que se portó bien con mi familia durante nuestra estancia en la escuela sería quedarme corto, y además era (ya se jubiló) una gran profesora. Con ella aprendí inglés y aprendí a ser mejor persona.
Hoy día por diferentes motivos mi madre sigue teniendo con la señorita Josefina cierta relación. Bueno, mi madre no, todos nosotros (mis hermanos, mis padres y yo, incluso la mujer de mi hermano) tenemos una gran relación con ella. Aún se ríe cuando al verla en cualquier sitio mis hermanos y yo la saludamos con dos besos y le decimos "Seño". Sin duda es una gran persona que como he dicho nos enseñó mucho, una maestra de la que nadie puede hablar mal, que se implicaba en la enseñanza como pocos lo hacen y que repartía cariño a sus alumnos.
El siguiente es un maestro que fue tutor mío en 5º y 6º de primaria. José Ramón es su nombre, pero todos los conocemos por Pepo. Llegó para sustituir a otro gran maestro que tuve y fue liberado por ser concejal, y la verdad que lo que en principio parecía un desastre absoluto (perder al concejal era para mi clase y para mí un problema grande porque era buen maestro) resultó que se tornó en todo lo contrario, llegó Pepo que sin duda alguna es el maestro que más me ha marcado en toda mi vida.
Pepo es un gran profesional de la enseñanza, único como maestro, y lo que para mí fue casi más importante, único como persona. Fueron dos años de gran aprendizaje, viendo a una persona que daba todo por su trabajo, por sus alumnos y por sus compañeros de claustro. En poco tiempo se le quería en el colegio tanto como al más veterano de los maestros que por allí había.
Hacía que estar en clase fuera divertido, interactuábamos mucho y realmente creo que todos mis compañeros y yo aprendimos bastante. Charlando hace poco con antiguos compañeros de la escuela coincidíamos casi todos en que Pepo era el mejor maestro que tuvimos en nuestras diferentes trayectorias como alumnos. Y mira que le dábamos la lata al pobre, que mi clase tenía tela y la liábamos con bastante facilidad, pero capeaba el temporal como nadie.
Hoy día es de esos maestros que cuando los veo por la calle siempre me toca pararme y hablar con él. Siempre se interesa por mí y por mi familia. Mi padre que lo conoció ya que fue mi tutor también lo recuerda con cariño y alaba siempre que hablamos de él el gran trabajo que hizo conmigo en la enseñanza y en lo personal.
La señorita Josefina y Pepo son de esos maestros que enseñaban, que se implicaban mucho en su trabajo con y para el alumnado, y que además de enseñar ciencias sociales o matemáticas educaban personas y enseñaban para la vida. Para mí son las dos personas que tienen la culpa de que decidiera dedicar mi vida profesional a la enseñanza y a la juventud (aunque hoy en día empiezo a perder la esperanza de poder hacerlo), teniéndolos como claros modelos de un trabajo bien hecho y de cómo hay que ser como profesionales y personas.

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